Cacableas. Ciudad del bierzo donde sus vinos
no son tan buenos en todos los bares.
La decisión de la vuelta ha Orihuela se está maquinan
do en esta noche fresquita de este mes de Agosto donde cada vez el grupo
se encuentra más fuerte y capaz de afrontar la dura etapa de
mañana a Ocebreiro.
El cocido Maragato no se ha hecho esperar esta mañana cuando
pronto al levantar hemos notado cierta presión en cierta parte
de cierto cuerpo. Por suerte solo ha sido eso.
Solos en el albergue y yo solo más aún denostado por mi
grupo por ser el más débil además del que ronca.
La verdad es que hemos dormido como lirones.
Las risas de la noche de ayer hablando de sucesos acaecidos y las ya
numerosas jornadas que llevamos, han dado el paso y pistoletazo de salida
a una etapa no tanto fuerte como emotiva.
El amanecer como hace tres años… precioso. La temperatura
no tan fría como entonces. Estiramiento y salida con portazo
del albergue de Muries (no falla)
La primera parada la haríamos a unos 5 kilómetros en Santa
Catalina.
El mismo caballero de hace tres años, las mismas magdalenas y
sobaos en aquel bar del hombre que una vez fue orquesta del pueblo (por
tocar tambor y flauta al mismo tiempo). Los precios es otra cosa ya
que este multiinstrumental personaje no escatima a la hora de sacar
la cuenta, que con esto del Euro todo se sube menos el Ocebreiro.
El Ganso con su bar Cowboy mucho más monopolio que hace tres
años con terraza, comedor y una sucursal de productos de la tierra
agregados al conjunto arquitectónico de su garaje.
La gran cuesta de Gabanal del Camino que antaño Norberto recorrió
topando de esquina a esquina y Frank y yo a pie, esta vez ha sido lo
más parecido a un camino de rosas. Estamos más fuertes
que los rayos. Esperemos que no se tuerza la cosa.
En las primeras subidas a la Cruz de Hierro Norberto ya demostraba sus
virtudes. El Facultades comienza a subir vertiginoso para alcanzar la
Cruz. Se le nota que está disfrutando.
El camino discurre entonces fuera de la carretera por unos paisajes
impresionantes y tapados completamente por unos matorrales por los que
las alforjas rozaban y nos hacía difícil el seguir.
Luego carretera y carretera hasta arriba.
Norberto como una exhalación, Manolo tras él y yo tras
tras Norber o lo que es lo mismo… tras Manolo.
Y allá arriba, la Cruz. Enhiesta como otros años. Majestuosa
a la par que humilde.
La verdad sea dicha, o la cruz la han bajado unos cuantos kilómetros
o estamos más fuertes que los rayos. Lo cierto es que no me ha
resultado tanto esfuerzo como hace tres años. Decididamente han
bajado la cruz algunos kilómetros. La tecnología avanza
que es una barbaridad.
Emotivo adiós a nuestras pertenencias. Subidos en ella hemos
ido depositando todos los objetos que teníamos.
Manolo ha dejado una piedra de su futura casa que según fuentes
bien informadas (del propio Manolo) la van a comenzar en breve.
Norberto ha depositado otra piedra de la casa de Carlitos Peñalver
para darle suerte en su ya comenzada construcción. El ha dejado
una nota dedicada a todos sus amigos, familia y en especial para su
Totín, Frank y a Manolico (punto este el el que le estoy profundamente
agradecido y que no he bañado con unas lágrimas porque
uno es un machote y se jode aunque reviente.
Yo he dejado allí un pasado. Un pasado representado en mi rota
camiseta que tantas glorias me ha conseguido. En ella escrita una nota
ilegible en la que le doy gracias a mi familia, mi hijo, Celina y todos
aquellos que de alguna manera no huyen de mi presencia o incluso me
quieren cuales son: mis amigos y compañeros.
Gracias también a la cruz por haberme hecho tan perfecto y un
recuerdo muy especial a esa camiseta que tantos buenos ratos me ha dado
y tan pocos, malos.
Por último Norberto y Yo hemos dejado incrustada la tabla de
Frank en la cruz para que un buen día la pueda ver con sus propios
ojos.
Recuerdo de este momento se lo tengo que dar al Friky recoge cosas y
toca huevos que me ha tocado lidiar para poder dejar mi camiseta enterrada
con los otros fetiches. Don Cruz Limpia se encargaba de recoger cualquier
recuerdo dejado por los peregrinos, metiéndolos en una bolsa
de basura para “mantener limpio el entorno” . A algunos
les da por chupar candados. A este por echarlos a la basura. Eso si.
Su trabajo lo bordaba. Sabía perfectamente cualquier hueco, piedra
o escondite donde poder meter un recuerdo. Tan solo miraba fijamente
el sitio, juraba en hebreo, levantaba la piedra y “pumba”
allí estaban los calzoncillos de un chaval de la politécnica
de Madrid. ¡Pues no tendría historia el calzoncillo que
se puso a hacerse fotos con ellos como un loco y recitando uno a uno
el santoral y haciendo odas a no se que congregación.
El espectáculo no podría ser mas desalentador allá
arriba.
Si lo que buscábamos era paz, no era ese el mejor sitio.
Unos alemanes cantaban el “yo pecador” al son de un cura
“maricón seguro”. Una valenciana intentando dar conversación
con los típicos ¿De donde Sois? ¿cómo habéis
subido? Y ¿Cuándo me tocan las pastillas rojas?. Por último
el superman de los Frikys. Un asustadizo hombre que sin duda habrá
dejado a su mujer para hacer el camino. Cuestión esta por la
que ella le estará profundamente agradecido.
Hemos inmortalizado el momento con unas fotos, nos hemos puesto el chubasquero
por si hacía frío en la bajada y tras unos cuantos kilómetros
nos disponíamos a bajar el puerto por una carretera recién
asfaltada que nos obligaba a ser extremadamente prudentes por aquellas
bajadas que hace tres años habían hecho del cuentakilómetros
una suculenta fuente de información.
Subidas y bajadas continuas anunciaban la cercanía de Galicia
y nos llevaban hasta Ponferrada.
Unos bocatas de Calamares riquísimos en un bareto de la plaza
frente al castillos Templario nos han dejado más tiesos que la
mojama. Las cómodas hamacas del bareto nos han servido para pegarnos
un siestoncio que nos han hecho dudar sobre el seguir o quedarnos en
este bonito pueblo.
Al final nos hemos ido.
Y aquí estoy en una habitación prefabricada del albergue
de Cacabelos donde de un momento a otro me voy a quedar … zzzzzzzzzzzzzzzzz
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