Camino de Santiago
Salida
1 Roncesvalles-Obanos
2 Obanos-Viana
3 Logroño-Logroño
4 Logroño-Grañón
5 Grañón-Rabé de la Calzada
6 Rabé de la Calzada-Carrión de los Condes
7 Carrión de los Condes-León
8 León-Murias de Rechivaldo
9 Murias de Rechivaldo-Cacabelos
10 Cacabelos-Triacastela
11 Triacastela-Portomarín
12 Portomarín-Arzúa
13 Arzúa-Santiago de Compostela
2003

 


Distancia Dia (Km) 95
Tiempo Invertido (h,m,s) 4,56,43
Velocidad Media (Km/h) 18,90
Velocidad Maxima (Km/h) -
Total Camino 483,54
Tiempo: Nublado con amenaza de lluvia sin caer. Fresquito y cojonudo para hacer bici menos en la última hora

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SABADO 23 DE AGOSTO DEL 2003 21:30

Aquí estoy esperando a que apaguen estas asquerosas luces fluorescentes en el pabellón de deportes del convento de las Benedictinas de León para poder estrenar mi nuevo frontal “PETZZ TIKKA PLUS”. Me dispongo como todas las noches amiguitos míos a narrar otras historias superdivertidas que nada o casi nada tienen que ver con la realidad del camino…. ¡O sí!
Bueno, el caso es que tengo que rellenar como sea párrafos en este día que más que una Etapa ha sido un borrón en el camino.
Desgraciadamente el episodio más significativo de hoy ha sido la posible lesión que Manolo tiene en su pierna izquierda.
Comentario al respecto según la intensidad del dolor, confirman que ha subido dos grados con respecto al de ayer en una escala del uno al diez en la que el uno es una simple caricia de pluma y el diez es un golpe intenso y seco en mitad de los genitales.
Nada más salir ya notaba un leve dolorcillo en su rodilla que posteriormente ha ido incrementando.
Por la descripción del dolor parece ser algo parecido a lo que tenía Frank y cuya intensidad no sabremos mientras no le peguemos una buena patada en los huevos. (que ganas no nos faltan).
La ETAPA ha comenzado a las 8:00 cuando Margarita puntualmente nos ha echado casi a patadas del albergue de Carrión de los Condes.
Acto seguido y tras descubrir una leve avería en mi rueda trasera que podría ir a más, nos hemos tomado un café con leche y bollos en el Bar España.
Los dos músicos de una pequeña orquesta compuesta por dos, se han encargado de amenizarnos el desayuno con unas ilustres y cultas frases de no se que santo y unos vivas al pueblo y las mujeres que en el lo habitan. Desgraciadamente solo podíamos contestarles con monosílabos y algunas palabras simples sin diptongos ni complicaciones debido a lo pronto de la mañana y la ausencia de las sustancias que presuntamente atesoraban aquellos dos consumados artistas.
Tan poca cultura por nuestra parte les ha abrumado y han decidido proseguir viaje hasta el próximo bar donde seguro, peregrinos mucho más dichos, les podrían seguir sus soliloquios y sus tesis sobre mujeres y pueblos.
Paralelo a esta escena teníamos otra en donde Pocholo y Geral de Pardié se fundían en un solo ser para asaltar a los peregrinos extranjeros por el triste botín de un par de cigarros.
Son los resquicios de lo que hacía algunas horas había sido un apoteósico final de las fiestas patronales. Sin duda la eclosión de estas fiestas había dejado en su onda expansiva algunas secuelas que solo el tiempo y la astenia se encargarían de borrar.
Hemos pagado los cafés y para adelante.
De nuevo nos asaltaban los recuerdos de glorias pasadas cuando a nuestro paso por las calles de Carrión unos rezagados (en lo que a acostarse se refiere) comenzaron a gritarnos el glorioso sonido de “Induráin Induráin”. De nuevo ese sentimiento de protagonista principal de telenovela hispana nos inunda y abruma, dejándonos llevar y creyéndonos que efectivamente en algo nos pareceríamos a este ilustre ciclista que tantas tardes no ha hecho llegar tarde al trabajo.
Salir del pueblo y todo ha sido una monotonía continua solo rota por los agradables sonidos de mi bici, los desagradables de la bici de Norber y las lamentaciones y maldiciones de Manolo y su rodilla.
Un pueblo tras otro hemos pasado a gran velocidad ya que el camino discurría paralelo a la carretera, con lo que tanto nosotros como la rodilla de Manolo lo agradecía.
La etapa no era nada difícil, por lo que a esfuerzo físico se refiere, pero si lo era a lo mental. Un pueblo tras otro quedaban sin pena ni gloria en el olvido mientras afloraban sentimientos y recuerdos del pasado. Mi hijo, Celina, la marcha de Frank, la preparación del camino, eran temas que salían fácilmente y con un detalle casi perfecto en mi mente y que recordaba una y otra vez como si de un video se tratase.
Para Manolo, estos tramos han debido ser de una dureza extrema. El recuerdo de la marcha de Frank y el parecido de su lesión a la de éste han debido hacer de la etapa un calvario lleno de frustraciones y amenazas de fin de una bonita aventura.
Por la cara y el semblante de Norberto, tampoco esta etapa habrá pasado desapercibida para él. Imagino, tras conocerlo un poco y debido a los recientes episodios de su vida, habrá sido algo parecido al deshoje de una inmensa margarita cuyos infinitos pétalos unas veces serían negros y otras veces, blancos.
A 40 Km. hemos hecho una pequeña parada en Sahagún donde Manolo se ha anestesiado la rodilla con hielo para poder seguir.
Mansilla de las Mulas, a unos 36 km de Sahún, ha siso el matinal avituallamiento de las 12:00. Una tortilla de chorizo dos cañas y un par de tapas han sido los acompañamientos. Más hielo para la rodilla de Manolo, en un pueblecito donde las parras de una plaza y una maceta de geranios han hecho el lugar perfecto para quedarme transpuesto pensando en no se quien cojones me pudo convencer para hacer esta locura.
Los veinte últimos kilómetros los hemos hecho a paso carreta por la nacional paralela al camino. Los 95 Kilómetros de la etapa debían dejar piernas para afrontar los de mañana.
Llegamos por fin al mismo albergue donde hace tres años comenzamos nuestra singladura y con casi la misma suerte; esta vez hemos encontrado hueco en el suelo del pabellón en vez del establillo del fondo de hace tres años ¡Que suerte!.
Nos hemos instalado en el suelo de este palacio de congresos donde creo que no vamos a pasar una mala noche salvo que los decibelios de Manolo no sobrepasen los 80 y nos denuncie algún vecino por no tener insonorizado el local.
El Bar “El Abanico” nos ha servido un menú suculento compuesto por costillas en salsa y una trucha. El postre no merece mención y el vino con casera como siempre, fresquito y espumoso.
Como siempre una acalorada discusión pos-cena en la que el precio de una bici que acabábamos de ver ha hecho de la digestión un suplicio y de mi intuición una cualidad casi infalible.
Todo lo cual nos ha llevado de nuevo al albergue donde ahora me encuentro.
Y ya no encuentro más sentido a seguir escribiendo por esta noche. Desgraciadamente no voy a poder estrenar mi nuevo frontal así que me tendré que inventar alguna escapada al aseo o al patio para ver aves nocturnas, ratas, cucarachas, bleas o algún otro ser vivo que haga satisfacer mi ilusión y desasosiego.

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