¿Qué coño te vas a inventar
hoy?
Ha sido el grito de guerra que ha servido de preludio para una etapa
que difícilmente olvidaremos.
Efectivamente Norberto nada más abrir un ojo ha dado en el clavo.
Dos Voltarén, unas cuantas vendas, 800 litros de Argesal, dos
botes de hielo en bote y 1.500 metros de esparadrapo. Con todos estos
utensilios mas un protocolo de casi una hora entre estiramientos, masajes
y otros menesteres es como Frank se presenta para esta nueva etapa.
La etapa no ha sido nada del otro mundo. 50 y pocos kilómetros
entre vides y pastos de trigos que nos han llevado desde Logroño
hasta un pueblecito cerca de Santo Domingo de la Calzada llamado Grañon.
El albergue donde nos encontramos es uno de esos auténticos y
antiguos refugios para peregrinos. Junto a la Iglesia en la casa del
párroco. Un hueco en el suelo de una habitación fresquita
con vistas a una plaza y al coro de la Iglesia.
Norberto y Manolo se han subido a una buhardilla que hay sobre el salón-comedor-entrada-cocina
de esta casa parroquial quizás huyendo de mis ya conocidos y
armoniosos ronquidos, quizás por cambiar de aires. ¿Quién
sabe?. Lo más seguro es que me vaya a encontrar solo esta noche
y que tenga que matar al niño que me ha tocado de compañero
de zulo para calmar mi ansiedad.
Afortunadamente Frank ha decidido quedarse a mi lado sin duda para controlar
mi nerviosismo y salvaguardar la integridad y color de aquel pequeñajo
rubio. Mi cuñao se refugiará en sus sentimientos y tapones
para evitar mis cánticos que hoy más que nunca pueden
llegar a ser celestiales tanto por el lugar donde nos encontramos como
por el cansancio acumulado ya en nuestras piernas.
La ETAPA ha sido bastante relajada en los primeros kilómetros.
Ya pronto, cuando el hambre nos ha hecho parar en Nájera a hincarnos
unos bocatas, el sol (que no lo había) ha vuelto a hacer de las
suyas. A cada bocado del bocata de jamón, el clima se ha ido
calentando hasta un punto que a Norberto se le ha ido un poquito el
traque. Nada…. Discusión de borrego y besugos, algo de
salidas de tono, y un poco rabia contenida debido al esfuerzo físico
y otras rarezas. Todo ha acabado por fin en un rifirrafe, el bocata
terminado y carretera y manta.
Como antes he dicho, la etapa ha discurrido entre viñas y bodegas
como era de esperar en esta región tan famosa por sus caldos;
entre bajadas y llanos sin mucha dificultad. Alguna que otra subida
si la había pero sin gran importancia.
El fragor de la anterior batalla parecía diluirse en el discurrir
de los kilómetros que dividían Logroño de lo que
en un principio iba a ser nuestro final de etapa “Santo Domingo
de la Calzada”
De repente allá a lo lejos se divisaba el perfil de lo que después
se convertiría en el verdugo del Camino para nuestro querido
Frank.
“Pues no es tan fiera como la pintan” ha sido el comentario
que le he dicho a Norberto al ver la serpenteante cuesta que unía
pie y cumbre de la montaña que separa Cirueña y Santo
Domingo de la Calzada y que ahora se nos presentaba justo frente a nosotros.
Mi dolor de rodilla había desaparecido. Ha sido un momento en
el que me apetecía hacer un pequeño esfuerzo ya que la
etapa estaba casi en su final. Quería probar un poco las fuerzas
con que mi rodilla contaba así que he apretado un poco mis músculos
y para arriba sin rechistar ni mirar atrás. Norberto me seguía
muy de cerca y Manolo y Frank se encontraban a unos 100 metros. Sabía,
…sabíamos que esa cuesta no la podía (o no la debía)
subir Frank. Pero bueno, son momentos en los que imagino que uno no
puede medir o calcular las repercusiones que pueden tener unos miserables
200 metros de empinada cuesta.
A mitad de cuesta a Frank le ha hecho crak la rodilla. Un pinchazo,
un solo pinchazo y Frank ha sabido exactamente cual era su final.
Se ha desmontado de su herramienta y supongo que en esos momentos un
cúmulo de sentimientos, desilusiones, ilusiones truncadas, esperanzas,
recuerdos e infinidad de cosas, les ha pasado por su cabeza.
Manolo sabedor de lo que sucedía y ya que se encontraban un poco
rezagado, se ha adelantado para poder avisarnos del tema. “Frank
venía ya andando.”
En un intento de llamarnos la atención y ya que allá donde
sus padres le pagaron sus estudios no le enseñaron a silbar más
que como un ruiseñor (no por no poder sino más bien por
no poner interés en los sonidos tipo “Águila Leonada”
o “Camión de basura” que son los que podría
haber usado en esta ocasión) Manolo hacía aspavientos
intentando que parásemos. El cabreo de éste ha debido
ser de los de mear y no echar gota (como luego nos ha contado en la
tranquilidad del albergue) hasta que por fin nos ha podido dar caza
para contarnos la mala nueva.
Al lado de un campo de golf a medio hacer, hemos esperado los tres a
que Frank llegara.
Un grupo de bolleritos pasaron junto a nosotros narrando el episodio
que a continuación tendríamos junto a nosotros. ¡Que
putada una tendiditis! Se les oía comentar a todos ellos.
A continuación la estampa era de las que hablan por si solas.
No hacía falta comentarios y todos sabíamos que la decisión
estaba echada. Frank llegaba andando, Manolo sentado en una piedra a
mi derecha, yo apoyado en la bici que a su vez apoyaba en una valla
del campo de golf y Norberto en medio de la carretera brazos cruzados
y megagafas enfundadas.
Todos lo mirábamos mientras se le oía salir de la boca,
entre otras que no nombraré, el “se acabó”.
Se paró justo frente a donde le esperábamos y en un arrebato
de rabia y desilusión arrojó la bici empujándola
hacia la cuneta y echó a llorar alejándose un poco de
nosotros para que no le viéramos su desaliento.
Creo que en ese momento, todos lloramos.
La decisión estaba tomada pero todos, de alguna manera, le alentamos
para que no se desanimara. Al final tubo sus frutos.
El siguiente paso era llegar a Santo Domingo de la Calzada para desde
allí poder pillar un taxi o autobús hacia Logroño.
El camino no lo teníamos claro así que decidimos ir por
carretera.
Decidimos preguntar. Nadie por la derecha ni por la izquierda. Tan solo
un tractor en medio del sembrao que se dirigía a no se que empeño.
Allá me lanzo yo cual David contra Goliat, cogiendo al bicho
entre los cuernos y preguntándole la dirección que buscábamos.
¡Afortunadamente para abajo!
Lentamente llegamos a Santo Domingo de la Calzada. Nos dividimos unos
buscando los autobuses y otros un descanso.
Nos tomamos 1 caña, 2, 3, 4 …. Bueno no se cuantos fueron
al final. El caso que y debido parte a nuestros ánimos parte
por las ganas que tiene y parte por las cervezas, Frank tomó
la feliz, acertada y espléndida decisión de seguir con
nosotros.
Poniendo cubitos de hielo dentro de una bolsa y ésta encima de
la rodilla, logró anestesiarla lo suficiente como para llegar
al albergue donde ahora nos encontramos. Tambén hicimos una parada
en el ambulatorio para conseguir un bote de hielo líquido para
afrontar la etapa del día siguiente y por que no decirlo ¡para
meternos unos chutes esta tarde!
Y ahora aquí me encuentro en la oscuridad de la noche y la luminosidad
de la linterna escribiendo estas líneas, con mi gran amigo Frank
a mi izquierda roncando como un cosaco apestando a Reflex y con el niño
rubio a mi derecha.
Hoy voy a dormir contento. Los demás no sé