Camino de Santiago
Salida
1 Roncesvalles-Obanos
2 Obanos-Viana
3 Logroño-Logroño
4 Logroño-Grañón
5 Grañón-Rabé de la Calzada
6 Rabé de la Calzada-Carrión de los Condes
7 Carrión de los Condes-León
8 León-Murias de Rechivaldo
9 Murias de Rechivaldo-Cacabelos
10 Cacabelos-Triacastela
11 Triacastela-Portomarín
12 Portomarín-Arzúa
13 Arzúa-Santiago de Compostela
2003

 


Distancia Dia (Km) 67,81
Tiempo Invertido (h,m,s) 4,51,12
Velocidad Media (Km/h) 13,67
Velocidad Maxima (Km/h) -
Total Camino 229,40
Tiempo Soleado

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MIÉRCOLES 20 DE AGOSTO DEL 2003 22:05

¿Qué coño te vas a inventar hoy?
Ha sido el grito de guerra que ha servido de preludio para una etapa que difícilmente olvidaremos.
Efectivamente Norberto nada más abrir un ojo ha dado en el clavo.
Dos Voltarén, unas cuantas vendas, 800 litros de Argesal, dos botes de hielo en bote y 1.500 metros de esparadrapo. Con todos estos utensilios mas un protocolo de casi una hora entre estiramientos, masajes y otros menesteres es como Frank se presenta para esta nueva etapa.
La etapa no ha sido nada del otro mundo. 50 y pocos kilómetros entre vides y pastos de trigos que nos han llevado desde Logroño hasta un pueblecito cerca de Santo Domingo de la Calzada llamado Grañon.
El albergue donde nos encontramos es uno de esos auténticos y antiguos refugios para peregrinos. Junto a la Iglesia en la casa del párroco. Un hueco en el suelo de una habitación fresquita con vistas a una plaza y al coro de la Iglesia.
Norberto y Manolo se han subido a una buhardilla que hay sobre el salón-comedor-entrada-cocina de esta casa parroquial quizás huyendo de mis ya conocidos y armoniosos ronquidos, quizás por cambiar de aires. ¿Quién sabe?. Lo más seguro es que me vaya a encontrar solo esta noche y que tenga que matar al niño que me ha tocado de compañero de zulo para calmar mi ansiedad.
Afortunadamente Frank ha decidido quedarse a mi lado sin duda para controlar mi nerviosismo y salvaguardar la integridad y color de aquel pequeñajo rubio. Mi cuñao se refugiará en sus sentimientos y tapones para evitar mis cánticos que hoy más que nunca pueden llegar a ser celestiales tanto por el lugar donde nos encontramos como por el cansancio acumulado ya en nuestras piernas.
La ETAPA ha sido bastante relajada en los primeros kilómetros. Ya pronto, cuando el hambre nos ha hecho parar en Nájera a hincarnos unos bocatas, el sol (que no lo había) ha vuelto a hacer de las suyas. A cada bocado del bocata de jamón, el clima se ha ido calentando hasta un punto que a Norberto se le ha ido un poquito el traque. Nada…. Discusión de borrego y besugos, algo de salidas de tono, y un poco rabia contenida debido al esfuerzo físico y otras rarezas. Todo ha acabado por fin en un rifirrafe, el bocata terminado y carretera y manta.
Como antes he dicho, la etapa ha discurrido entre viñas y bodegas como era de esperar en esta región tan famosa por sus caldos; entre bajadas y llanos sin mucha dificultad. Alguna que otra subida si la había pero sin gran importancia.
El fragor de la anterior batalla parecía diluirse en el discurrir de los kilómetros que dividían Logroño de lo que en un principio iba a ser nuestro final de etapa “Santo Domingo de la Calzada”
De repente allá a lo lejos se divisaba el perfil de lo que después se convertiría en el verdugo del Camino para nuestro querido Frank.
“Pues no es tan fiera como la pintan” ha sido el comentario que le he dicho a Norberto al ver la serpenteante cuesta que unía pie y cumbre de la montaña que separa Cirueña y Santo Domingo de la Calzada y que ahora se nos presentaba justo frente a nosotros.
Mi dolor de rodilla había desaparecido. Ha sido un momento en el que me apetecía hacer un pequeño esfuerzo ya que la etapa estaba casi en su final. Quería probar un poco las fuerzas con que mi rodilla contaba así que he apretado un poco mis músculos y para arriba sin rechistar ni mirar atrás. Norberto me seguía muy de cerca y Manolo y Frank se encontraban a unos 100 metros. Sabía, …sabíamos que esa cuesta no la podía (o no la debía) subir Frank. Pero bueno, son momentos en los que imagino que uno no puede medir o calcular las repercusiones que pueden tener unos miserables 200 metros de empinada cuesta.
A mitad de cuesta a Frank le ha hecho crak la rodilla. Un pinchazo, un solo pinchazo y Frank ha sabido exactamente cual era su final.
Se ha desmontado de su herramienta y supongo que en esos momentos un cúmulo de sentimientos, desilusiones, ilusiones truncadas, esperanzas, recuerdos e infinidad de cosas, les ha pasado por su cabeza.
Manolo sabedor de lo que sucedía y ya que se encontraban un poco rezagado, se ha adelantado para poder avisarnos del tema. “Frank venía ya andando.”
En un intento de llamarnos la atención y ya que allá donde sus padres le pagaron sus estudios no le enseñaron a silbar más que como un ruiseñor (no por no poder sino más bien por no poner interés en los sonidos tipo “Águila Leonada” o “Camión de basura” que son los que podría haber usado en esta ocasión) Manolo hacía aspavientos intentando que parásemos. El cabreo de éste ha debido ser de los de mear y no echar gota (como luego nos ha contado en la tranquilidad del albergue) hasta que por fin nos ha podido dar caza para contarnos la mala nueva.
Al lado de un campo de golf a medio hacer, hemos esperado los tres a que Frank llegara.
Un grupo de bolleritos pasaron junto a nosotros narrando el episodio que a continuación tendríamos junto a nosotros. ¡Que putada una tendiditis! Se les oía comentar a todos ellos.
A continuación la estampa era de las que hablan por si solas. No hacía falta comentarios y todos sabíamos que la decisión estaba echada. Frank llegaba andando, Manolo sentado en una piedra a mi derecha, yo apoyado en la bici que a su vez apoyaba en una valla del campo de golf y Norberto en medio de la carretera brazos cruzados y megagafas enfundadas.
Todos lo mirábamos mientras se le oía salir de la boca, entre otras que no nombraré, el “se acabó”.
Se paró justo frente a donde le esperábamos y en un arrebato de rabia y desilusión arrojó la bici empujándola hacia la cuneta y echó a llorar alejándose un poco de nosotros para que no le viéramos su desaliento.
Creo que en ese momento, todos lloramos.
La decisión estaba tomada pero todos, de alguna manera, le alentamos para que no se desanimara. Al final tubo sus frutos.
El siguiente paso era llegar a Santo Domingo de la Calzada para desde allí poder pillar un taxi o autobús hacia Logroño.
El camino no lo teníamos claro así que decidimos ir por carretera.
Decidimos preguntar. Nadie por la derecha ni por la izquierda. Tan solo un tractor en medio del sembrao que se dirigía a no se que empeño. Allá me lanzo yo cual David contra Goliat, cogiendo al bicho entre los cuernos y preguntándole la dirección que buscábamos. ¡Afortunadamente para abajo!
Lentamente llegamos a Santo Domingo de la Calzada. Nos dividimos unos buscando los autobuses y otros un descanso.
Nos tomamos 1 caña, 2, 3, 4 …. Bueno no se cuantos fueron al final. El caso que y debido parte a nuestros ánimos parte por las ganas que tiene y parte por las cervezas, Frank tomó la feliz, acertada y espléndida decisión de seguir con nosotros.
Poniendo cubitos de hielo dentro de una bolsa y ésta encima de la rodilla, logró anestesiarla lo suficiente como para llegar al albergue donde ahora nos encontramos. Tambén hicimos una parada en el ambulatorio para conseguir un bote de hielo líquido para afrontar la etapa del día siguiente y por que no decirlo ¡para meternos unos chutes esta tarde!
Y ahora aquí me encuentro en la oscuridad de la noche y la luminosidad de la linterna escribiendo estas líneas, con mi gran amigo Frank a mi izquierda roncando como un cosaco apestando a Reflex y con el niño rubio a mi derecha.
Hoy voy a dormir contento. Los demás no sé

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