“La Corte” buen restaurante para
buenos peregrinos. 9 € por un potaje a la castellana, una trucha
y un arroz con leche. Lo hemos enjuagado todo con un buen vino cosechero
o “fresco” y un orujito blanquito blanquito que ha dado
paso a unas gotas igualmente transparentes. Riquísimo. Nada que
envidiar al bueno de Casa Chelo aunque, bien es verdad, el ambiente
tan acogedor de aquella casa no es ni por allá lo que aquí
hemos encontrado. Una simpática y guapa camarera suple las falta
que podríamos encontrar en este buen restaurante.
Unos amarguitos comprados en una pastelería de la zona, han terminado
por hundirnos en el más placentero de los sentidos cual es el
del gusto.
Margarita baja con su vestido color canela por las escaleras de madera
del albergue. Son las fiestas del pueblo y su hermano, el párroco
de la iglesia, acaba de leer el pregón. Unos italianos acaban
de llegar. Un pescuezo y dormir en el suelo es el premio que les ha
tocado por; por una parte por haber hecho una media de ningún
kilómetro; el segundo por ser italianos y el tercero por no ducharse.
La algarabía cuando pasa la señora Margarita es tal que
levanta pasiones por donde anda y pasa “¡Viva la señora
Margarita!” “¡queremos un hijo tuyo!” esto último
en lo más prosaico y figurativo de la frase. Una buena foto con
ella y las gracias nos ha llevado al final de este día que ha
terminado con una hospitalera cojonuda y empezado con un hospitalero
cojonero.
La ETAPA de hoy empezaba, como no, en el pueblo que terminaba ayer,
Rabé de las Calzadas.
Si en una película de vaqueros hay un malo, el hospitalero malo
del Camino de Santiago era el de este albergue. Malo malísimo
salvo la salsa de los espaguetis.
El desayuno no ha estado mal en lo que a sustancioso y gustoso. Si hablamos
de lo ameno y simpático ya la cosa cambia. Que te llamen desconsiderado,
poco respetuoso y mal educado aunque vayan acompañados de un
café con leche y unas tostadas, puede llegar a ser, a veces hasta
empalagoso.
Un saludo y un adiós con todos los respetos a Jose. Que te vaya
bien y que no se te atragante ningún espagueti, ha sido nuestra
tocata y fuga de aquel, por otro lado, confortable y tranquilo albergue.
Una primera subida en busca de aventura y de echar el desayuno por la
boca nos ha tocado como comienzo. Tampoco ha estado tan mal que uno
se levanta con ganas.
Bajada más o menos controlada de las que a mí me gustan
(sigo en mis trece) que nos llevaba al pueblecito de Hontanas donde
las fuentes no reparan en contadores, impuestos ni otras restricciones
que a algunos nos hacen la vida imposible.
Un alto para sellar en las bonitas ruinas del Convento de San Antón
ya llanada con más llanada. Fácil, fácil. Guapo,
guapo, y pin pan hasta que el camino ha dicho hasta aquí habéis
llegado.
Frente a nosotros el Alto de Mostelares. Una paré delante de
nuestras narices alicatada hasta el techo con una bonita cenefa en su
punto álgido, ha hecho de la diversión un tormento y de
la bici un trasto que había que arrastrar por algunos metros.
Norber ha sido el único en no claudicar. Su lucha por no tocar
ni un centímetro de tierra le ha llevado al grado de concentración
máximo en el que las personas pueden volar. ¡Chapó!
Un bonito mirador en lo alto del tormentoso escollo ha hecho de nuestro
cansancio un mero transito a nuestra muerte. Toca madera.
La bajada no ha estado mal. Quizás un poco pedregosa y peligrosa
para mi gusto pero muy divertida.
Bajadas largas y livianas nos han llevado a una fuente fresquísima
donde 20 alemanes nos han llamado “cochinos” por haber meado
junto a ella. Nada que envidiar. Con un ahí te quedas Alemán
hemos seguido nuestro rumbo hasta Boadilla del Camino. Pueblo donde
hacen la mejor tortilla de espárragos del mundo. Restaurante
“En El Camino”, una señora muy simpática al
son de Jazz y rodeado de Riquelmitos por todas partes que nos ha obsequiado
con unos bocatas con lo dicho y unas jarras de cerveza que no se los
saltaba un gitano.
El Sol, el Jazz, las birras y el bocata acompañado de los cantos
gregorianos de tres alemanas que disfrutaban de un café frente
a nosotros, han hecho del momento una letanía en la que Manolo
casi se desnuca y Norberto casi se nos emociona. Un buen momento entre
unos buenos amigos que hubiera tenido su culmen si nos hubiéramos
quedado a dormir en el césped de aquella bonita y encantadoramente
decorada casa-bar.
Pero como la felicidad es muy difícil de conseguir, hemos proseguido
nuestro peregrinaje (muy a pesar nuestro) por esos campos de Dios, para
unos, y del Catastro ,para otros.
Después de esto poca cosa más.
Hemos llegado a Frómista y a un socarral de 20 kilómetros
hasta Carrión de los Condes que ha hecho del trayecto un tortuoso
y caluroso tormento.
La sombra de las lesiones nos persiguen y esta vez le ronda a Manolo
que está preocupado por un flojo pero persistente dolor en su
rodilla que ha hecho de él el hombre más prudente a este
lado del Pisuerga.
Esperemos no vaya a más ese dolorcejo ………
ni a menos, que a los que somos cola de pelotón se nos pasa por
la imaginación cosas que sin ser perjudiciales para la salud,
si que lo son para la velocidad.
Final de Etapa y principio de fiestas en Carrión. Las bicis las
hemos dejado como una patena en la gasolinera del pueblo con agua a
semi-presión. Nos hemos tomado unas cervezas y el resto ya se
sabe.
Buenas noche que estoy cansado.