Mismo albergue mismo tejadillo. Triacastela nos
recibe esta noche de nuevo en su suelo. Ya se empieza a ver gente a
punta pala por el camino. Todo está abarrotado de peregrinos
por aquí y por allá.
La ETAPA de hoy ha sido una de las más bonitas de nuestro periplo.
Anoche tras la cena en “La Cueva”; un bar donde casi nada
entraba en el menú y donde tomamos: Norber macarrones con salsa
de tomate y trucha escabechada. Manolo caldo gallego y tortilla de patatas
y yo ensalada mixta y macarrones. Todo ello regado con un vino que no
entraba en el menú y que más que del Bierzo era de Jumilla.
De postre unas infusiones y Norber se tuvo que conformar con un café
con leche porque un bombón ¡No entraba en el menú!
Tras esta cena, la visita a una de las muchas bodegas de esta gran zona
vitícola (más solo que la una, todo sea dicho de paso,
ya que los dos que me acompañaban estaban haciendo ricos a los
de telefónica) y la cata de un fantástico vino cosechero
por medio Euro nos fuimos de vuelta a unos de los mejores albergues
donde hemos dormido a pierna suelta. Aunque de nuevo más solo
que la una y denostado por los que nunca roncan.
Todo lo cual nos ha hecho afrontar esta dura etapa con las fuerzas renovadas
y necesarias.
A las 7;15 de la mañana nos han tocado diana. Una señorita
muy simpática ha dado un portazo en la puerta que casi me da
un síncope. ¡Arriba perezosos!
Alforjas puestas y pal bar a por un cafetito y una ensaimada.
No teníamos ni puta gana de comenzar la etapa. Que si salida
a la plaza, que si vamos a ver pasar a los 140 ciclistas que anuncian
el periodico. Que si está caliente, que si está frio.
Que si patatín, que si patatán. El tema estaba claro….
Hacer tiempo. Y al fondo los montes de Ocebreiro quedaban como muy lejos.
El desayuno ha sido un tanto fulero, todo hay que decirlo. A Norberto
le han puesto la leche como jamás se la deben poner y un “croasan”
de la segunda guerra mundial. A Manolo un “croasan” acribillado
a balazos y café con leche. Yo he tenido más suerte, café
con leche un una ensaimada de este año. Todo un lujo.
Por fin nos decidimos a salir.
Los primeros kilómetros muy buenos, geniales. Suavecitos y por
carretera recién asfaltada. Poco a poco se ha ido endureciendo
y Vega de Valcarcel ha sido la primera en desgracia.
Poco a poco y con subidas leves pero intensas nos hacían llegar
a pueblos donde el butanero nunca quiere llegar.
Por fin llegamos a Herrerías. Para mi este pueblo es como la
frontera entre el bien y el mal; entre lo bueno y lo malo; entre la
gloria y la vergüenza.
A partir de aquí ya nada vuelve a ser lo mismo. Podríamos
incluso decir que existe un antes y un después en la vida de
cada persona al afrontar este puerto
Pronto comienza a subir en unas cuestecillas para abrir boca. Rampas
del 8% de desnivel que hacía de nuestras piernas un palo y de
las alforjas un yunque.
Unas señales en el camino nos divide entre peatones y en bici.
Pero está sin duda equivocado. Eso que había delante nuestro
no puede ser más que para cosas con motor.
La buena forma física que habíamos conseguido tanto en
lo que llevábamos de camino como en los previos, hacía
que moviéramos con bastante soltura los desarrollos.
Dos o tres cuestas interminables llegamos hasta la desviación
de la Faba hasta la Laguna de Castilla. Una foto, un Muesly y palmaditas
en cogote de lo bien que estábamos subiendo.
Coger el desvío y lanzarte hacia arriba es un riesgo que no muchos
deben correr. Nosotros lo hicimos.
Aquí la cuesta se encarniza hasta extremos insospechados. Curva
a la izquierda que parecía más vuelta de 360 grados y
ale para arriba. Allá arriba ves el cambio de rasante y te hace
resoplar. Se divisa un pequeño llano que hará de este
suplicio un leve remanso de paz. Nada más lejos de la realidad.
Es un espejismo ya que tras la rasante hay otra cuesta semejante a la
que terminas y así una tras otra que cuentas como si en la margarita
que deshojas te fuera la vida.
Todos hemos tomado resuello. Imposible si no.
Norberto, voluntarioso, ha pillado carrerilla y se ha adelantado unos
metros. Está muy fuerte.
Manolo y yo hemos decidido no hacerle el feo a un pastor que andaba
por allí preguntándole cosas tan transcendentes como la
dirección hacia Ocebreiro, la temperatura del día o la
potabilidad del agua que manaba cristalina de una fuente.
Cualquier cosa con tal de parar y tomar el aire que nos faltaba en los
pulmones.
Un trago de agua, llenado de los bidones y hacia la Laguna que desgraciadamente
tenía cerrado el refugio que hace tres años nos sirvió
de refigerio.
Aquí y haciendo unas graciosas fotos en un tractor de la segunda
guerra mundial y otras al paisaje, Manolo se ha sentado en unas ortigas
que le han puesto el culamen como la cara del Papa tras el vino de una
misa en Fa mayor.
Desde aquí hemos cogido camino al contrario que hace tres años.
Discurría angosto por la ladera de la montaña con unas
vistas acojonantes de los montes gallegos que han sido el preludio de
nuestra apoteósica llegada a Ocebreiro.
Maravillosa la sensación de bienestar por el esfuerzo realizado
y de encontrarnos en buena forma. Dos cervezas de a litro y una empanada
gallega por 1000 pelas ha sido la bienvenida a tierras de la xunta.
Aún nos quedaba el alto del Pollo, el pico más alto de
estos lares.
Manolo y yo hemos decidido hacerlo por el camino. Norberto por carretera.
El paso por un par de pueblos y la llegada al alto empujando la bici
han sido nuestros últimos esfuerzos en subir por este día.
A partir de aquí todo bajada. Alguna subidilla sin importancia
pero todo a huevo.
En un pequeño saltito donde alforjas, bici y peregrino han separado
el suelo por breve espacio de tiempo, a Manolo se le ha pinchado la
rueda trasera. 15 minutos arreglarla y de nuevo para abajo. (Alolnso
lo quiere para su equipo de Calimeros)
La bajada, de lo mejor que he hecho en este viaje. A lo largo de varios
acantilados va el camino cruzando la carretera. Un camino muy difícil
pero que resultaba muy cómodo de maniobrar. Vacas, Riquelmes
y algún que otro pastor soteábamos a nuestro paso entre
encinas, robles, bleas altas, bleas bajas y pueblos.
Al final Triacastela donde en el restaurante Parrillada Xacobeo y por
la cifra de 7,50 € hemos tomado lo siguiente:
Norberto y Manolo macarrones y Entrecot. Yo caldo gallego y Entrecot.
Vino, gaseosa y de postre Flan casero para Norberto y Requesón
con dulce de membrillo para Manolo y para mí.
Hemos conocido a un cuarteto muy peculiar de cicleros que se habían
hiendo reenganchando por el camino. Bea, una catalana mas fuerte que
los rayos, dos José David de Murcia y un David de Madrid con
los que nos hemos reído un rato y compartido las experiencias
de lo que llevábamos de camino. Unos tíos majos estos
cuatro.
Risas y más risas y al final aquí estoy escribiendo en
este porche a la luz de mi super Petzl Tikka Plujs (que por fin he usado
a plena potencia) , dentro del saco de dormir con un frío que
pela y oyendo a malas penas el río que apantalla los jadeantes
ronquidos que esta noche les han tocado a Norberto.