Camino de Santiago
Salida
1 Roncesvalles-Obanos
2 Obanos-Viana
3 Logroño-Logroño
4 Logroño-Grañón
5 Grañón-Rabé de la Calzada
6 Rabé de la Calzada-Carrión de los Condes
7 Carrión de los Condes-León
8 León-Murias de Rechivaldo
9 Murias de Rechivaldo-Cacabelos
10 Cacabelos-Triacastela
11 Triacastela-Portomarín
12 Portomarín-Arzúa
13 Arzúa-Santiago de Compostela
2003

 

 

Distancia Dia (Km) 62,30
Tiempo Invertido (h,m,s) 4,14,90
Velocidad Media (Km/h) 14,70
Velocidad Maxima (Km/h) 53,93
Total Camino 674,21
Tiempo: Soleado Fresco de mañana y noche

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MARTES 26 DE AGOSTO DEL 2003 18:00

Mismo albergue mismo tejadillo. Triacastela nos recibe esta noche de nuevo en su suelo. Ya se empieza a ver gente a punta pala por el camino. Todo está abarrotado de peregrinos por aquí y por allá.
La ETAPA de hoy ha sido una de las más bonitas de nuestro periplo.
Anoche tras la cena en “La Cueva”; un bar donde casi nada entraba en el menú y donde tomamos: Norber macarrones con salsa de tomate y trucha escabechada. Manolo caldo gallego y tortilla de patatas y yo ensalada mixta y macarrones. Todo ello regado con un vino que no entraba en el menú y que más que del Bierzo era de Jumilla. De postre unas infusiones y Norber se tuvo que conformar con un café con leche porque un bombón ¡No entraba en el menú!
Tras esta cena, la visita a una de las muchas bodegas de esta gran zona vitícola (más solo que la una, todo sea dicho de paso, ya que los dos que me acompañaban estaban haciendo ricos a los de telefónica) y la cata de un fantástico vino cosechero por medio Euro nos fuimos de vuelta a unos de los mejores albergues donde hemos dormido a pierna suelta. Aunque de nuevo más solo que la una y denostado por los que nunca roncan.
Todo lo cual nos ha hecho afrontar esta dura etapa con las fuerzas renovadas y necesarias.
A las 7;15 de la mañana nos han tocado diana. Una señorita muy simpática ha dado un portazo en la puerta que casi me da un síncope. ¡Arriba perezosos!
Alforjas puestas y pal bar a por un cafetito y una ensaimada.
No teníamos ni puta gana de comenzar la etapa. Que si salida a la plaza, que si vamos a ver pasar a los 140 ciclistas que anuncian el periodico. Que si está caliente, que si está frio. Que si patatín, que si patatán. El tema estaba claro…. Hacer tiempo. Y al fondo los montes de Ocebreiro quedaban como muy lejos.
El desayuno ha sido un tanto fulero, todo hay que decirlo. A Norberto le han puesto la leche como jamás se la deben poner y un “croasan” de la segunda guerra mundial. A Manolo un “croasan” acribillado a balazos y café con leche. Yo he tenido más suerte, café con leche un una ensaimada de este año. Todo un lujo.
Por fin nos decidimos a salir.
Los primeros kilómetros muy buenos, geniales. Suavecitos y por carretera recién asfaltada. Poco a poco se ha ido endureciendo y Vega de Valcarcel ha sido la primera en desgracia.
Poco a poco y con subidas leves pero intensas nos hacían llegar a pueblos donde el butanero nunca quiere llegar.
Por fin llegamos a Herrerías. Para mi este pueblo es como la frontera entre el bien y el mal; entre lo bueno y lo malo; entre la gloria y la vergüenza.
A partir de aquí ya nada vuelve a ser lo mismo. Podríamos incluso decir que existe un antes y un después en la vida de cada persona al afrontar este puerto
Pronto comienza a subir en unas cuestecillas para abrir boca. Rampas del 8% de desnivel que hacía de nuestras piernas un palo y de las alforjas un yunque.
Unas señales en el camino nos divide entre peatones y en bici. Pero está sin duda equivocado. Eso que había delante nuestro no puede ser más que para cosas con motor.
La buena forma física que habíamos conseguido tanto en lo que llevábamos de camino como en los previos, hacía que moviéramos con bastante soltura los desarrollos.
Dos o tres cuestas interminables llegamos hasta la desviación de la Faba hasta la Laguna de Castilla. Una foto, un Muesly y palmaditas en cogote de lo bien que estábamos subiendo.
Coger el desvío y lanzarte hacia arriba es un riesgo que no muchos deben correr. Nosotros lo hicimos.
Aquí la cuesta se encarniza hasta extremos insospechados. Curva a la izquierda que parecía más vuelta de 360 grados y ale para arriba. Allá arriba ves el cambio de rasante y te hace resoplar. Se divisa un pequeño llano que hará de este suplicio un leve remanso de paz. Nada más lejos de la realidad. Es un espejismo ya que tras la rasante hay otra cuesta semejante a la que terminas y así una tras otra que cuentas como si en la margarita que deshojas te fuera la vida.
Todos hemos tomado resuello. Imposible si no.
Norberto, voluntarioso, ha pillado carrerilla y se ha adelantado unos metros. Está muy fuerte.
Manolo y yo hemos decidido no hacerle el feo a un pastor que andaba por allí preguntándole cosas tan transcendentes como la dirección hacia Ocebreiro, la temperatura del día o la potabilidad del agua que manaba cristalina de una fuente.
Cualquier cosa con tal de parar y tomar el aire que nos faltaba en los pulmones.
Un trago de agua, llenado de los bidones y hacia la Laguna que desgraciadamente tenía cerrado el refugio que hace tres años nos sirvió de refigerio.
Aquí y haciendo unas graciosas fotos en un tractor de la segunda guerra mundial y otras al paisaje, Manolo se ha sentado en unas ortigas que le han puesto el culamen como la cara del Papa tras el vino de una misa en Fa mayor.
Desde aquí hemos cogido camino al contrario que hace tres años. Discurría angosto por la ladera de la montaña con unas vistas acojonantes de los montes gallegos que han sido el preludio de nuestra apoteósica llegada a Ocebreiro.
Maravillosa la sensación de bienestar por el esfuerzo realizado y de encontrarnos en buena forma. Dos cervezas de a litro y una empanada gallega por 1000 pelas ha sido la bienvenida a tierras de la xunta.
Aún nos quedaba el alto del Pollo, el pico más alto de estos lares.
Manolo y yo hemos decidido hacerlo por el camino. Norberto por carretera.
El paso por un par de pueblos y la llegada al alto empujando la bici han sido nuestros últimos esfuerzos en subir por este día.
A partir de aquí todo bajada. Alguna subidilla sin importancia pero todo a huevo.
En un pequeño saltito donde alforjas, bici y peregrino han separado el suelo por breve espacio de tiempo, a Manolo se le ha pinchado la rueda trasera. 15 minutos arreglarla y de nuevo para abajo. (Alolnso lo quiere para su equipo de Calimeros)
La bajada, de lo mejor que he hecho en este viaje. A lo largo de varios acantilados va el camino cruzando la carretera. Un camino muy difícil pero que resultaba muy cómodo de maniobrar. Vacas, Riquelmes y algún que otro pastor soteábamos a nuestro paso entre encinas, robles, bleas altas, bleas bajas y pueblos.
Al final Triacastela donde en el restaurante Parrillada Xacobeo y por la cifra de 7,50 € hemos tomado lo siguiente:
Norberto y Manolo macarrones y Entrecot. Yo caldo gallego y Entrecot. Vino, gaseosa y de postre Flan casero para Norberto y Requesón con dulce de membrillo para Manolo y para mí.
Hemos conocido a un cuarteto muy peculiar de cicleros que se habían hiendo reenganchando por el camino. Bea, una catalana mas fuerte que los rayos, dos José David de Murcia y un David de Madrid con los que nos hemos reído un rato y compartido las experiencias de lo que llevábamos de camino. Unos tíos majos estos cuatro.
Risas y más risas y al final aquí estoy escribiendo en este porche a la luz de mi super Petzl Tikka Plujs (que por fin he usado a plena potencia) , dentro del saco de dormir con un frío que pela y oyendo a malas penas el río que apantalla los jadeantes ronquidos que esta noche les han tocado a Norberto.

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