Elche de la Sierra- Pantano
del Cenajo, 58 Km
Sábado 7 de agosto de 2004.
Suenan los despertadores a las ocho en punto, bajan
al bar a desayunar (tostaditas y café con leche, algunos, otros
colacao), pero entre unas cosas y otras salen a las diez, llenan bidones
el salir de Elche de la Sierra en una fuente con carpas y barbos y ponen
rumbo hacia Villares. Toman un camino bastante bueno, pero comienza
a ponerse chungo, hay dudas, se vota y deciden continuar por el camino,
al poco tiempo se pone mas chungo, muy chungo, muy muy chungo, chunguísimo,
tan chungo que hay que echar pie a tierra y empujar las bicis, matas
con espinas, enormes piedras, sol de in-justicia, todo está en
contra de nuestros valerosos muchachos; pero tras inhumanos esfuerzos
consiguen alcanzar la cima (un diez para todos, ver fotos). La bajada
es mucho más practicable, incluso llega a ser cómoda (para
algunos mas que para otros), así llegan a la carretera y la toman
en dirección al Pantano del Cenajo. Comienza una infernal subida
hasta un mirador donde descansan aprovechando las mínimas sombras
de la valla y al retomar la carretera descubren con horror que Norberto
ha pinchado. ¿Qué hacer?, ¿abandonarlo a su suerte?,
¿dejar que muera de hambre y de sed?, ¿entregarlo a los
buitres, ya sean comunes o leonados?, ¿o esperarlo?, deciden
esperar a que cambie la rueda y continuar todos juntos.
Están bastante tocaditos del ala, bajo un sol abrasador y sin
apenas agua, en estas Yagües sufre una monumental pájara
que, según contaría después, le hizo temer por
su vida, el panorama es desolador, la carretera es implacable y sólo
un milagro puede salvarles de una muerte segura, cuando…….¡oh
cielos!,……divisan en la lejanía un cortijo habitado,
……¡no, no es un espejismo!, ……….¡es
real!.
Son las dos y media, entran en el cortijo, no hay nadie, no hay agua,
….. “¡dios mío, vamos a morir!”, las
escenas de pánico son aterradoras, hasta que Yagües, nadie
sabe cómo, convierte cinco litros de gasóleo B en agua
fresca y limpia, llenan sus bidones, beben hasta saciar su sed y prosiguen
hacia el dichoso pantanito (quedan unos 20 Km.).
Este último tramo se les hace eterno (dos subidas de una flecha
cada una y un túnel interminable), David, Brotóns y Yagües
cogen lo que les ofrece la naturaleza en forma de frutos secos y así
consiguen llegar a la meta.
Están todos en el Hotel Cenajo, tres estrellas, Resort, son las
cuatro de la tarde y el cuadro es patético: deshidratados, agotados,
sucios y hambrientos se presentan en la cafetería del hotel a
beber agua, cerveza, cocacola, fanta, mirinda, gaseosa, de lo que tengan.
Un poco mas recuperados proceden a votar y deciden quedarse en el hotel
(50 € por cabeza con piscina, cena y desayuno incluidos). Una hora
mas tarde están a remojo en la piscina, luego merendola en la
cafetería (recuerdo al lector que aún no han comido nada
desde las tostaditas de las ocho de la mañana), duchita y a cenar.
La cena consiste en un buffet libre, nuestros amigos se lo toman al
pie de la letra y se bufan a base de bien. Resaltar que la cena es muy
entretenida gracias a los mil y un paseitos de una huésped a
la que su marido acaba de regalar unas glándulas mamarias nuevas,
me refiero por supuesto a Miss Sili. Después de la cena, llamadas
telefónicas a sus amores mojacareños (cada uno al suyo)
y visita al parque del Hotel para repetarlo convenientemente, muy pronto
estarán soñando con mares llenos de tortillas flotantes.