SIN PALABRAS
viernes, 10 junio, 2005, 04:03 PM
Lo siento hoy no puedo hablar. Estoy afónico

Se oye??

LOS POLÍTICOS
viernes, 10 junio, 2005, 04:01 PM - Critico de pacotilla
Animales de tres cabesas, como diría Valdano, la primera audaz, la segunda locuaz y la tercera de definición desconocida más bien ambigua.

Son suaves al tacto, dúctiles y maleables. Por más que estiras nunca rompen y denotan un sexto sentido (que ellos llaman olfato y otros rostro) al vil metal. Visten de marca o los visten, zapatos Sebago y en muñeca un Oyster, no se cortan a la hora de pedir y jamás sueltan prenda. Cuando los ves de lejos nada más se les ve mandíbulas. De cerca solo dulzura y delicadeza. Pero quizás de las cualidades que más me han llamado la atención es la de su olor. Huelen muy bien.

Se les huele desde muy lejos. No hace falta ser ningún buen sabueso ni enólogo. Unos huelen a lavanda otros a campo y otros a virutas de papel pero tras este olor existe otro muy característico de la raza que no te lo puedes quitar de tu nariz. Es un olor parecido al bouquet de un buen vino. Quieto tan solo huele a tierra, cuando los agitas un poco comienza el festival oloroso. Cerezas, Vainillas, Tabaco, frutas silvestres, zarzamoras y una larga lista de olores jóvenes sin orden ni concierto que presagia un auténtico caos. Pero cuando comienza a tranquilizarse es cuando alcanza su máximo esplendor. El roble se revela contra la juventud de los aromas y se funde hasta alcanzar la orgía de su presencia y personalidad. Tan solo hay que disfrutar de este momento.

Tiene un pequeño inconveniente y es el de que hay que ir agitándolos poco a poco y durante mucho tiempo para que los taninos no amarguen y se pueda seguir disfrutando plenamente de sus cualidades.

Por lo demás son como nosotros. Unos más listos y otros más tontos. Unos más parlanchines que otros y otros más bárbaros que los Unos pero en definitiva nada más distante a cualquiera que la del poder que nos separa.

Ayer los vi de cerca y me di cuenta cuando los olí.


UNA SIMPLE PELOTA
viernes, 10 junio, 2005, 04:01 PM - Idas de bola
En lugar de cientos de agujeros, acostumbrado a algunos menos, encontramos algunos otros miles. El paisaje era espectacular.

Deslumbres por todas partes, cambios de luces por otras y sistemas prismáticos por doquier.

Aquel lugar no tenía precio. Ni lo conocía por otro lado. Era un lugar, ¿Cómo llamarlo?, … salvaje, virgen, avocado a un futuro incierto eso sí, pero a todas luces cruelmente desierto.

El agua brotaba por entre cada uno de sus poros ajena a los cambios de clima y dibujando cristalinas columnas que unían mar y tierra formando un paisaje cuanto menos irracional y surrealista.

Justo en el centro esa gran masa pétrea oscura y desafiante. Perfil espectral repleto de cráteres con remates purpúreos y negros alabástrenos que presagian lo que nadie quiere pero todos ansían, que avanza con la mirada lo que pronto será devorado por los comensales invitados a tan grande honor.

Pronto habrá pasado a la historia como casi todas las cosas efímeras de este mundo pero siempre quedará en nuestras retinas ese instante de sensaciones sublimes que por mucho que intentemos olvidar siempre perdurará en nuestra mentes.

Y aquí viene el quintín con la susodicha pelota.

Buen provecho tenga usted

Fdo: Oda a la pelota y no a Scotland



Anterior Siguiente